Debemos renunciar a la polaridad entre agresor y víctima. Por nuestro bien y el de los demás.
No es fácil hacerlo, cuando las bombas de un país caen sobre la población y miles de personas están muriendo de forma violenta.
Es una desgracia que me duele en el alma. La humanidad realmente está enferma y desde que empezó la guerra no puedo quitarme de encima una actividad en segundo plano muy fuerte. Una parte de mi está allí todo el tiempo.
Y empatizo con los niñ@s, ancian@s, mujeres y hombres, también con los chavales que van al frente, también con los rusos de clases muy bajas que no saben ni a dónde van ni a qué. Todas las vidas valen lo mismo.
Es desolador. La neurosis llevada al extremo, la inconsciencia total sobre el valor de la vida. Millones de personas sin contacto con su alma.
Y esta situacion nos lleva fácilmente a ver buenos y malos, a pensamientos revanchistas,a oscurecer nuestro corazón con la carga de odio que está aflorando tan cerca de nosotros. Yo mismo me he pillado alegrándome de las sanciones a Rusia.
Pero lo peor que podemos hacer por ellos es mirarlos como buenos y malos, porque los llevamos a perpetuarse en su bucle de víctima y agresor. No respetamos su destino.
Los muertos por una violencia tan fuerte acumulan una energía que no les permite hacer un tránsito a la luz. Se quedan pegados sin poder avanzar ni completar su camino. Miles de soldados ucranios y rusos perdidos en la confusión de una muerte repentina y sin poder salir de ese estado.
Tal y como pasó con el coronavirus y las miles de personas que murieron sin el amor y cercanía de sus familiares, muchos no tuvieron inicialmente el impulso de hacer el tránsito.
Y veo que nos vamos insensibilizando. Estamos configurando una socidad sin duelo, en la que nos acostumbramos a todo y ponemos un analgésico al dolor.
Podemos abrir el corazon a todos los involucrados, resistir la tentacion de alimentar el conflicto, dejar que se vayan en paz. Un pequeño gesto que nos dará algo más de paz interior, y podemos llevar esa paz también a nuestros asuntos.
Y sigue siendo terrible, pero es mejor sentir dolor en el corazón que odio.